Dormida. Así estaba cuando
entraste sigilosamente en mi sueño, como si pertenecieras a ese lugar, como si tú
lo hubieras creado, como si tú también estuvieras de verdad. Te pedí que me
olvidaras en la vida real hace un par de meses. No me puedo quejar, así lo
hiciste. Yo pensaba que estaba contenta con eso, que era lo que de verdad
quería. Hoy me he dado cuenta de que no. Desde hace 8 sueños sé que no. No
entiendo por qué irrumpes en mi cabeza, descontrolas mis constantes vitales y
haces que suba mi tensión cada vez que apareces. Hasta en sueños. Me pregunto
si el dicho “si sueñas con alguien es porque pensó en ti antes de dormir” será
cierto. No creo.
El problema de todo esto no es
que haya soñado contigo después de verte una noche, no. El problema es que
cuando estás en mi cabeza, y yo dormida, no quiero que sea mentira, no quiero
que sea algo que se vaya a esfumar cuando yo me despierte, no quiero que te
vayas. Y si me desvelo y me despierto, cierro los ojos de nuevo muy fuerte solo
para eso, ya ves que tonta, solo para volver a verte.
Y cuando estamos juntos otra vez,
en mi sueño, pienso inconscientemente que igual no es solo mi sueño sino que es
nuestro sueño, que igual tú estás soñando lo mismo, o bueno, eso es lo que
quiero pensar supongo.
De lo que estoy totalmente segura
es de la sensación tan extraña que tengo cuando estoy contigo en mi sueño,
parece que sabes lo que haces, como si de verdad estuvieras ahí, como si fuera un mundo paralelo que nos hemos
inventado, tú y yo, los dos. En la realidad no podemos ni vernos por una serie
de circunstancias. Igual en nuestro mundo sí. Igual no se acaba nunca. O,
bueno, igual eso es lo que quiero.
Algún día dirás el nombre del chaval?
ResponderEliminar